Y sí, a menos que seas un ermitaño consagrado, la experiencia de vivir el camping es algo que requiere de compañía. Es una excelente opción, vas con otras personas y cualquier cosa que te pueda ocurrir o que necesites, sabes que tendrías su incondicional respaldo… ¿O no?

Pero, ¿qué pasa cuando invitas a un amigo para que te sirva de compañía? ¿Si será una buena opción o terminará siendo una auténtica pesadilla?
¿Qué tan buena o desastrosa puede ser esta decisión para que a lo largo de la acampada, en tu mente no te aparezcan imágenes ahogándolo en el río? Así que si tienes pensado invitar a alguien para disfrutar una buena experiencia de camping, te recomendamos que sigas estas claves básicas pero imprescindibles:

acampar con amigo

Las reglas de juego

Antes de iniciar el viaje, reúnete con esa persona y establece un derrotero de ideas que deben respetarse. Por ejemplo, si la idea es pasar un momento de calma y paz, entonces queda como norma que no se puede reproducir música a todo volumen.
También debe quedar en claro el costo que pagará cada uno por vivir una buena experiencia. Sí, eres tú el que lo invita, y más aún, eres el dueño de la carpa, puedes pedirle que al menos contribuya con las cervezas y algo de comida.
No puedes entregarle el mundo entero a tu amigo, porque de seguro se lo devorará. ¡Encuentra el equilibrio!

El espacio personal

Una vez armada la tienda de campaña, resulta indispensable que cada uno se apropie de su espacio. Si la otra persona es desordenada, coloca una cinta pegante en el suelo, que establezca cual es el territorio de cada uno. Esto les proporcionará autonomía, manteniendo en claro las reglas de juego que se pactaron.
En este aspecto también hay que establecer qué cosa es de cada quien. Por supuesto que hay que compartir, pero siempre pidiendo permiso. No hay que ser tan psicorígidos, mientras se pida amablemente y con válidas razones hacer uso del objeto: “Oye, se me acabaron las lombrices que trajiste del bosque, déjame usar una de las tuyas para probar mi última oportunidad y luego iré yo mismo a por más”.

Optimizar los recursos

Bueno, este es un asunto de parte y parte. Debes darle ejemplo a tu amigo siendo razonable con la comida y disfrutándola cuando en realidad lo necesites. El camping, el clima del día y la soledad siembran en nuestra mente la golosa idea de estar alimentándonos.
Pero hay que tener tacto, los recursos no deben agotarse el mismo día. Y mucho menos la cerveza que ayuda tanto a calmar los malos ánimos (ya… a veces sucede justo lo contrario…). Te presente la idea de cuidar los recursos en todo momento y colocarlo como una regla de oro que traerá sanciones. Por ejemplo: “Lo que comas demás hoy, no podrás comerlo mañana…”.

El aseo

Y claro, este es otro de los puntos más descabellados que arruinan la experiencia del camping. Hay que mantenerse aseados, por lo menos para que en el interior de la carpa no reine un aroma nauseabundo. Mantener una ética de higiene, tanto al lavar los utensilios y mantener limpia la carpa, al igual que no olvidar usar desodorante o atreverse a darse un baño en el rió, a pesar del frío que haga.
No vaya a ser que en las noches, mientras intentas dormir, tus pulmones empiecen a contaminarte los más feroces sentimientos.

El diálogo

Y por supuesto, antes de que tu mente empiece a maquinar ante el estrés o las fallas ante todas estas reglas de juego… ¡Expresa tus sentimientos!

Dile de frente en que está fallando, pero hazlo con un buen sentido del humor. “Oye, tío, si sigues comiéndote las galletas no tendremos fuerzas para cuando nos ataquen los orcos”.